jueves, 20 de mayo de 2010

TEXTO ARGUMENTATIVO

TEXTOS ARGUMENTATIVOS
¿QUÉ ES ARGUMENTAR?

Se entiende por argumentación el procedimiento dialéctico por el cual un autor mantiene determinados principios o ideas basándose en el razonamiento. Argumentar es, por tanto, aportar razones para defender una opinión.
La argumentación es un modo del discurso que preten­de conseguir la adhesión de un auditorio a las tesis que le presenta un emisor; o bien llevar al interlocutor a cierta con­ducta. La argumentación se utiliza normalmente para desarrollar temas que se prestan a cierta controversia.
Todos, de modo respetuo­so y pacífico, debemos ser capaces de articular con coherencia nuestras ideas y nuestros sistemas de valores, con el objetivo de exponer razonadamente nuestro punto de vista o modificar la conducta o creencias del interlocutor. De este modo, la palabra podrá sustituir a las situaciones de fuerza y violencia.
Son textos argumentativos aquellos en los que se defienden principios o ideas con predominio de técnicas argumentativas, es decir, mediante la comparación y contraposición de razonamientos de base lógica. La argumentación, por importante que sea en un texto, suele combinarse con otras técnicas, como la exposición o la descripción, en aras de la eficacia, brillantez y dinamismo del discurso. Así ocurre en el ensayo, en el que predomina el procedimiento argumentativo en combinación con la exposición. Otros textos en los que se emplea con profusión la argumenta­ción son los científicos, los jurídicos y en algunas modalidades de textos técnicos.

CARACTERÍSTICAS DE LA ARGUMENTACIÓN

Las características más importantes de este modo de discurso son las siguientes:
La finalidad de toda argumentación es influir en el interlocutor-destina­tario. Si dicha influencia se realiza mediante la razón (argumentos, pruebas...) se produ­cirá un convencimiento. Si se apela a la vía de los sentimientos buscaremos la persuasión del destinatario.
Toda argumentación tiene un carácter dialógico: un diálogo con el pensamiento del otro para transformar su opinión. De aquí se deduce la necesidad de tener en cuenta al destina­tario (identificarlo, conocer sus gustos y valores, prever su opinión...) para seleccionar los argumentos más adecuados y eficaces, y para contraargumentar (exponer razones que con­trarresten o invaliden los razonamientos ajenos).
Los textos argumentativos adoptan, también, una estructura lógica, en la que se con­frontan varios elementos racionales (argumentos) para llegar a una conclusión. Como míni­mo deben aparecer:
El objeto o tema sobre el que se argumenta.
La tesis que se defiende o la postura que el emisor adopta ante el tema.
Los argumentos o razones en que se basa el emisor. Son los medios básicos de la argumentación.
Al defender una opinión suele adoptarse una de estas tres posturas argumentati­vas:
Postura positiva: el emisor-argumentador aporta argumentos que apoyan su tesis (argumentación positiva o de prueba).
Postura negativa: se ofrecen razones que refutan o rechazan argumentos contrarios al propio punto de vista (argumentación negativa o de refutación).
Postura ecléctica: se aceptan algunas razones ajenas (concesiones) y se aportan argu­mentos propios.
En todo texto argumentativo aparece la función referencial del len­guaje (todo texto transmite una información), pero predomina, sobre todo, la función conativa o apelativa (por cuanto se debe convencer o persuadir). Algunos textos argumentativos (los propagandísticos) em­plean también variados recursos retóricos (funciones expresiva y poética).
Tanto el emisor como el receptor de la argumentación pueden ser individuales o colectivos.Las situaciones más comunes en que se emplea la argumentación son:
Las de carácter interpersonal: vida cotidiana (pedir permiso a los padres, solicitar un aumento de sueldo...). Utilizan un discurso y lenguaje informal.
Las de carácter social: cartas al director, artículos de opinión, manifiestos, anuncios publicitarios, debates, mesas redondas... Emplean un discurso más pensado y estruc­turado, con un lenguaje más elaborado y preciso.
Situaciones técnicas: ámbito científico, jurídico y administrativo... (tratados, instan­cias, alegatos, sentencias, demandas...). Usan estructuras muy formalizadas, con un lenguaje técnico.
Casi siempre se produce una mezcla de la exposición y de la argumentación. De hecho, como veremos más adelante, uno de los componentes de la estructura argumentativa es la exposición de la tesis, de los datos.

ESTRUCTURA DE LOS TEXTOS ARGUMENTATIVOS

Los textos argumentativos, como los expositivos, basan una parte importante de su efectividad en la buena organización de las ideas, con las que se pretende convencer o per­suadir.
De entre las variadas estructuras que puede mostrar este modo del discurso, analizare­mos la organización más habitual establecida ya en la antigüedad por la retórica clásica. Todo texto argumentativo se articula en torno a cuatro partes fundamentales que analizaremos a continuación:
Presentación o introducción
Exposición de la tesis.
Cuerpo argumentativo.
Conclusión

CUERPO DE LA ARGUMENTACIÓN
Una vez expuesta la tesis, empieza la argumentación propiamente dicha. Se trata de justificar la tesis con la presentación de pruebas y argumentos varia­dos (argumentación positiva), o de refutar la tesis contraria o admitir algún argumento con­trario (concesión) para contraargumentar. Es el centro del discurso persuasivo y se articula en torno al uso de los variados tipos de argumentos que veremos después.
En las argumentaciones escritas (textos científicos y técnicos, humanísticos, ensayos...), los esquemas más utilizados son:
o Esquema deductivo o analizante. Presenta una orientación demostrativa: se parte de una o varias ideas generales para llegar a una conclusión mediante la presentación de varia­dos hechos, pruebas y argumentos.

o Esquema inductivo o sintetizante. Se parte de la presentación de unos hechos concre­tos y, tras análisis y razonamientos variados, se llega a una ley general.
o Esquema encuadrado o mixto. Contiene a la vez elementos del esquema deductivo y del inductivo. Se formula al principio la tesis, se muestran hechos, casos o razonamientos que la confirmen y, al final, se repite la tesis, casi siempre con alguna variante.
TIPOS DE ARGUMENTOS

  • TIPOS GENERALES DE ARGUMENTACIÓN
    Los dos tipos más frecuentes de argumentación son los siguientes:
    · La argumentación subjetiva. La defensa de la propia opinión se hace desde el particular sistema de pensamiento y valores del argumentador. Se utilizan argumentos más informales, ironías, apreciaciones personales y procedimien­tos retóricos.Las situaciones en que se emplea más a menudo este tipo de argumentación son varia­das. Utilizan el canal oral: la conversación informal, la discusión, el debate, la entrevista, los discursos de radio y televisión... Emplean el canal escrito: las cartas perso­nales, y algunos editoriales, artículos de opinión y columnas.

    · La argumentación científica. Los argumentos se basan en hechos bien estableci­dos y que obedecen a determinadas leyes. Utilizando esquemas deductivos, inductivos o mixtos, el argumentador habla con objetividad, basándose en datos, pruebas o hechos que le proporciona la investigación (evi­dencias que él ha averiguado, estudios de campo, análisis) o la documentación (soluciones aportadas por otros autores: citas, bibliografía...). Se aprecian recursos lingüísticos que marcan la impersonalidad (tercera persona gramati­cal, oraciones impersonales...) y la precisión terminológica (tecnicismos...). Este tipo de argumentación aparece en los textos científicos frecuentemente unida y combinada con estructuras expositivas y explicativas.

  • TIPOS OBJETIVOS DE ARGUMENTOS
    Se entiende por argumento el razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis, convenciendo a alguien de la verdad o falsedad de ella.
    Los argumentos deben ser sólidos y pertinentes. Son sólidos si no admiten discusión o si es difícil responder a ellos. Por ejemplo, el argumento de generalización es poco sólido, ya que puede ser refutado con la presentación de variados casos concretos contrarios. Serán pertinentes si ayudan a la tesis y están relacionados con ella. De no ser así pueden ser refu­tados: eso no viene al caso.
    Atendiendo a los valores en que se apoyan, existen los siguientes argumentos:
    Argumento de autoridad. La argumentación se apoya en testimonios fidedignos y citas que manifiestan la opinión sobre el tema de hombres famosos, de expertos conocidos.
    Argumento de hecho. Se basa en pruebas observables, por ejemplo: El año pasado se produjeron dos mil accidentes de tráfico con víctimas.
    Argumento racional. Se basa en las ideas y verdades admitidas y aceptadas por la sociedad.
    Argumento ético o de moralidad. Se prefiere lo que está de acuerdo con un código moral, frente a lo inmoral o amoral.
    Argumento pragmático o de utilidad. Se valora lo útil, necesario y eficaz, frente a lo inútil, ineficaz o peligroso.
    Argumento estético. Lo bello se valora sobre lo feo. Depende de la sensibilidad de cada individuo y de los cánones de belleza de cada época y cultura.
    Argumento hedonista o del placer. Se prefiere lo agradable a lo desagradable. Sería el caso del carpe diem latino.
    Argumento de cantidad. Lo que más cantidad posee de algo es valorado con res­pecto a lo que tiene menos. Variantes de este argumento son el de la mayoría y el del sentido común.
    Argumento de calidad. Frente a la cantidad se valora lo bueno.
    Argumento de la tradición. Lo antiguo, el producto de generacio­nes anteriores, es valorado positivamente.
    Argumento del progreso. El valor radica en la novedad, en la innovación. Se opone, por tanto, al anterior.
    Argumento de la existencia. Se prefiere lo real, lo existente, verdadero y posible, frente a lo inexistente, falso o imposible.
    Argumento de la justicia. El valor reside en lo justo frente a lo injusto.
    Argumento de la experiencia personal. Se apoya en el hecho de que lo he visto o vivido. Es poco riguroso como argumento único y puede ser refutado por su parcialidad.
    Argumento de semejanza o comparación. Se defiende algo en razón de ser muy pare­cido a otro elemento que nos convence mucho.
    Argumento de generalización. Se utiliza un único hecho concreto como representan­te de una situación general. No es un argumento lícito ni justo. Puede ser fácilmente rebatido.
    Argumento ad hóminen. En vez de aducir razones sobre la tesis, se hacen consideracio­nes sobre la persona que habla. Es un argumento no válido.
    La aceptabilidad o inaceptabilidad de los argumentos depende del sistema de creencias, valores, gustos e intereses del receptor. Hay casos en los que surgen conflictos de valores. Pero está generalmente aceptado que:
    El argumento moral tiene más peso que el de utilidad.
    El argumento de utilidad se prefiere al del placer.
    El de utilidad se acepta antes que el estético.
    El argumento en torno al ser humano prevalece sobre el del mundo animal.
    Los argumentos no válidos se llaman falacias (por ejemplo, las falsas causas, el argumento contra la persona...). En la argumentación hay que descubrir las falacias o razonamientos falsos que, con intención o sin ella, inducen a error.

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